Los que llegan de las zonas más alejadas son los que más sufren el desarraigo de sus costumbres. Comenzarán en el Secundario de Montaña de Alfarcito.
Estudiantes del secundario de Alfarcito, que aspiran a completar una carrera universitaria.
Incluir en la vida universitaria a los alumnos de comunidades alejadas de la geografía salteña no es nada fácil. Incluso la problematización de los aspectos ligados al proceso educativo en el nivel superior en un espacio intercultural distinto termina por hacer fracasar el objetivo educativo. El desarraigo y el despego afectivo inciden negativamente. Estos procesos con sus primeras acciones de intervención comenzaron a ser abordados por la Facultad de Humanidades de la UNSa, directivos de establecimientos de nivel terciario y representantes de comunidades originarias de la Quebrada del Toro.
Una evolución muy positiva
Años atrás, era impensado que un chico de la zona de los cerros de la precordillera podría terminar el nivel medio, y hasta utópico resultaba imaginar solamente, en intentar seguir una carrera terciario o universitaria. Hoy los tiempos han cambiado de manera considerable. La creación del Secundario de Montaña de Alfarcito, distante a 60 kilómetros de Campo Quijano, cambió esta visión de postergación. El padre Chifri fue su promotor, que concibió con su trabajo evangelizador en semejante geografía agreste, darles una oportunidad a tantos jóvenes para llegar a mejorar su calidad de vida.
Choque intercultural
Claro que el sacerdote nunca pensó como el desarraigo y el choque intercultural repentino llegaron a frustrar varios de estos proyectos de vida. "Vamos a articular esfuerzos en pos de lograr que el derecho a la universidad sea más accesible a las comunidades alejadas de los centros urbanos. En este caso, la idea apunta al centro de Alfarcito. El conjunto de personas que concurren a las universidades, al final del año permanecen en ella solo el 30 %, estos datos se agravan con las personas que tienen dificultades en conocer cómo funciona el nivel universitario", contó el Dr. Alejandro Ruidrejo, decano de la Facultad de Humanidades a El Tribuno.
Dentro de estas acciones a realizar en este secundario de montaña, será llegar con el grupo de gestión académica a dialogar en un contacto fluido para saber de sus experiencias y qué piensan hacer de sus proyectos personales.
Familiarizarse con otra vida
"Hay que hacer un doble esfuerzo. Debemos hacer que la comunidad universitaria llegue a Alfarcito, por ejemplo, y a la vez los egresados de este lugar, por citar alguno, se vayan familiarizando cada vez más con la vida universitaria. Ser partícipes de algunas experiencias, que les brinde mayor conocimiento de los servicios que la universidad tiene, y la oferta académica que ofrece.
Desde la creación del colegio secundario de Alfarcito han egresado cinco promociones, de las cuales solo algunos alumnos cursan carreras universitarias y terciarias. Algunos han abandonado sus estudios por el sentimiento de desapego fundamentalmente que sienten cuando el contexto les exige mayor independencia de decisiones. Esta circunstancia no deseada obliga al retorno a su viejo retoño.
Sentirse parte de una comunidad
"Lo fundamental es que se sientan parte de una comunidad académica que los integre. Lamentablemente la deserción universitaria está marcada por algunas carencias de la institución de estudios superiores como del establecimiento secundario originalmente", acotó el decano.
Las acciones se iniciaron con reuniones y los trabajos planificados a corto plazo a desarrollarse en este plan especialmente con el secundario de Alfarcito. Para ello un grupo de profesionales concurrirán a fines del mes de septiembre a realizar una experiencia singular que permita que la orientación vocacional sea el primer paso de detectar el interés del estudiante de una formación universitaria, y por otro lado, proyectando otras formas de contención de los estudiantes. En este contexto se planifica junto a la Municipalidad de Campo Quijano tener un albergue para los estudiantes del nivel superior que provengan de Alfarcito en la ciudad de Salta. Este mecanismo de ayuda permitiría a los estudiantes en sus primeros años un tránsito más amigable en la universidad.
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