Es un instructor de fisicoculturismo que aprendió a soldar y se inspiró para crear estas magnificas obras escultóricas.
Germán Carrizo no se considera un artesano, simplemente un creador de lo que le viene a la cabeza. Nunca estudio escultura, ni pintura. Sin embargo, sus trabajos son una verdadera obra de arte, basados en técnicas escultóricas pocas veces vistas con tanta prolijidad y composición. Aprendió a soldar hace cinco años por casualidades de la vida. Hace dos años sus megas estructuras artísticas son el deleite de muchos que llegan a Campo Quijano. Recicló material de talleres mecánicos y chatarrerías.
Un Optimus Prime y su contrafigura Megatron aparecen radiantes y esbeltos en una de las veredas del ingreso principal del pueblo. Impresionan a simple vista. Parecen extraídos de las películas de la pantalla grande. A un costado, en el interior de la despensa de la hermana de Germán, sigilosamente Leónidas custodia el acceso. Atrás del espartano El Duende con barba. En medio aparece otro personaje del universo Transformers, el amarillo Bumblebee.
"Un día se me instaló en mi cabeza que tenía que hacer esto y acá estamos. Nunca estudié pintura ni escultura. No soy artista. Soy Germán Carrizo", así se identifica y conversa con mucha sencillez este joven vecino que le gusta tocar la guitarra y sueña con un parque lleno de sus figuras escultóricas.
De profesión instructor deportivo, su gimnasio fue el motivo de sus inspiraciones artísticas: "Un día tenía que reparar una máquina del gimnasio y el herrero se demoraba. Me compré una soldadura y empecé a ver cómo se soldaban piezas metálicas. Fue hace cinco años. Un buen día se me ocurrió de la nada soldar una tuerca con otra y luego un pedazo de chapa. Se me iluminó la lamparita y salió un puente ferroviario con un tren. Igual al monumento que tenemos en mi pueblo y luego aparecieron ellos", cuenta Germán mientras los mira a Optimus y Megatron.
Como si hubiera sido una premonición, el escultor alternativo dice que los transformers salieron de esos sentidos artísticos que jamás pensó tener: "Salieron así de la nada, como si todo hubiera estado escrito con antelación".
Con 43 años, Germán Carrizo, facha de fisicoculturista y guitarrista bohemio, reparte su día entre su atelier de creación en el patio trasero de su casa y otras pocas horas en su gimnasio de Rosario de Lerma.
"Son 12 horas diarias que les dedico a mis creaciones. Buscó materiales de los talleres mecánicos, alguna chatarrería y algo que compro. Luego llega la inspiración y salen estos personajes. El hecho de haber estudiado anatomía, como preparador físico me ayudó mucho en estos diseños".
Germán no vende sus obras, sueña que sus trabajos sean parte de una plaza para la familia, en donde chicos y grandes disfruten de sus creaciones. "Los transformers los instalé al lado del negocio de mi hermana. Es la entrada de Quijano. La gente lo primero que hace al ingresar al pueblo es parar y sacarse una foto con mis trabajos".
Claro, sus trabajos son sus extraordinarias obras de arte, esculturas de hierro soldadas, pintadas y ensambladas. No tiene ayudante. Solo cuando llega el momento de armar las megaesculturas sus sobrinos colaboran con la fuerza y paciencia para componer en orden las piezas. Su última creación, el Megatron, pesa una tonelada y media. Mide 4 metros, y 80 centímetros de alto. Tardó 10 horas en ensamblarlo en el lugar donde está ahora.
Como todo artista, sufre por sus obras. Las cuida y se percata a diario sobre los comentarios de los visitantes.
Germán no descansa, su próximo proyecto es un enorme toro que quiere diseñar para ubicarlo en el ingreso de la quebrada homónima, la que hace tan famosa la geografía de Campo Quijano.
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