Hay una propuesta para captar agua potable de una vertiente, pero necesitan recursos.
Alrededor de 20 familias que pertenecen a la comunidad originaria Pacha Inti no tienen agua para el consumo desde hace muchos meses. Deben caminar entre 5 a 6 kilómetros todos los días y varias veces en una jornada para almacenar, en pequeños tachos, el agua que sacan de un lecho turbio en donde apenas pueden beber los animales. Estas comunidades están asentadas entre los parajes Gobernador Solá e Ingeniero Maury, a un costado de la ruta nacional 51, camino a San Antonio de los Cobres, a la altura del kilómetro 65 al oeste de la capital.
Desde Puerta de Arcas a El Antigal existen numerosos puestos de familias dedicadas al pastoreo de caprinos y a la siembra de papa, haba y algo de maíz.
Allí el agua escasea todo el año. El pequeño caudal de un río de montaña los rodea, pero es turbia y con alto contenido de minerales nocivos para la salud, por lo que este recurso vital para la subsistencia no es apto para el consumo.
Sin embargo, a unos 12 kilómetros de este sector, sobre unos cerros bajos que custodian esta pequeña quebrada, la maravilla de la naturaleza abrió una luz de esperanza para estas familias.
Propuesta de obra
"Hallamos una vertiente natural. Apenas la descubrimos hicimos los estudios para saber si es potable y por fortuna es apta y puede ser utilizada para el consumo. Lamentablemente está muy lejos de las comunidades, pero la forma de aprovecharla es con una red de distribución para que llegue a todas las familias", explicó Ramón Gómez, titular de la de la Fundación Los Niños de San Juan, en diálogo conEl Tribuno.
El proyecto de esta organización sin fines de lucro, que trabaja hace más de diez años en la Quebrada del Toro asistiendo a comunidades, se denomina Campaña del agua para Mama Cocha (Madre de las aguas, en quechua).
El proyecto consiste en dos cisternas de 8 litros cada una, y una red a través de una cañería de 2 pulgadas y media que llegue por desnivel a cada familia. "La bomba de agua funcionaría con la energía brindada por paneles solares. Todo esto es viable. La naturaleza lo permite si la mano del hombre acompaña con este proyecto, que no es complicado, pero sí costoso", dice Gómez, quien estimó una inversión de alrededor de 500 mil pesos.
"Hay gente que empezó a ayudar. Necesitamos dinero para comprar los materiales o, en todo caso, que alguien nos acerque los elementos que serán utilizados para esta obra, como una electrobomba y paneles solares. Esta red de agua potable, mejorará radicalmente la calidad de vida de la comunidad. La gente, a pala y pico, ejecutará los trabajos", aseguró Gómez.
El presupuesto lo tienen armado, pero los avatares de la economía disparan los costos.
Parajes alejados
Por la ruta nacional 51, en medio de la Quebrada del Toro, surgen estos históricos parajes aislados y solitarios. Son 20 los kilómetros que separan Gobernador Solá de Ingeniero Maury, franja donde residen varias familias que se autosustentan con sus huertas y pequeños corrales. Es un área donde la Fundación Los Niños de San Juan se encargan de asistir a los pobladores.
"Son los niños y los ancianos quienes tienen la tarea rutinaria de recolectar agua, porque los jóvenes y adultos deben trabajar todo el día en los campos. Caminan grandes distancias por uno o dos baldes de agua. A esta penosa situación se agregan factores que desmejoran la calidad de vida, tales como la deshidratación, las infecciones en la piel y en el organismo en general por falta total de higiene personal, problemas bucales, entre otras graves consecuencias en la salud", asegura Gómez, quien también reside en la zona.
En caso de emergencias por razones de salud, no existe agua corriente para el auxilio sanitario y solo dependen de lo que está almacenado en tachos. El proyecto quiere aliviar a estas familias porque en pleno siglo XXI el sacrificio de caminar 20 kilómetros diarios para buscar 1 o 2 baldes de agua para la subsistencia es demasiado grande.
En esta zona no llueve lo suficiente durante el año y entre 2016 y lo que va de este año, la sequía fue un tema que los afectó particularmente, tanto que convocó a las autoridades provinciales y municipales a brindar ayuda con alimento para el ganado menor, entre otros aspectos.
Afortunadamente no padecieron el alud de enero pasado, que en la madrugada deslizó barro y piedra y se cobró la vida de dos puesteros de Pascha. "Es al otro lado de la quebrada, hacia el norte. Por aquí, a orillas de la ruta 51, no hubo deslizamiento ya que, por el contrario, tenemos sequía. Son las cosas de la naturaleza que hay que afrontar", concluyó Gómez.
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