Unos 150 jóvenes aprenden carpintería, tejido, cerámica y construcción con innovadores métodos bioclimáticos en la escuela de El Alfarcito.
La semilla que sembró el padre Sigfrido Maximiliano Moroder en la Puna de Salta sigue dando frutos.
El Alfarcito, en plena quebrada del Toro, es referencia de desarrollo comunitario a nivel país.
Dos años antes de su fallecimiento, causado por un infarto, Chifri fue el principal promotor de la fundación del colegio secundario de montaña 8.274 El Alfarcito.
Además del dictado del nivel medio de la educación formal, los chicos aprenden en los distintos talleres de oficios y artesanías que allí se dictan.
En total, son alrededor de 150 los alumnos que participan en los talleres de artes y oficios, tejido en telar, carpintería en madera de cardón, cerámica, agronomía y construcción regional bioclimática.
Se trata de propuestas pedagógicas que responden a la geografía y la cultura propia de la quebrada precordillerana.
"Más que nada, se busca reforzar saberes que los chicos ya traen por la forma de vida de sus familias. También traeremos técnicas nuevas, pero siempre aprovechando las condiciones específicas de esta zona", contó a El Tribuno Cecilia Lizondo, preceptora del colegio y coordinadora del albergue.
Actualmente la matrícula de la escuela creció y hoy cuentan con 146 alumnos, que comen, estudian y duermen allí durante los días hábiles.
"De ese total, poco más de un tercio se quedan los fines de semana porque provienen de parajes lejanos y por eso sus estadías en El Alfarcito son más prolongadas", señaló Lizondo, quien es oriunda de Rosario de Lerma, pero se instaló en El Alfarcito poco antes de diciembre de 2009, cuando se fundó el colegio.
La escuela cuenta también con una sala de computación con veinte máquinas y conexión wi-fi. Internet llega a cuentagotas, reconoce Lizondo, pero se entusiasma al afirmar que las computadoras funcionan a la perfección y que los contactos que logran establecer con la red son los suficientes.
Además, la escuela también innova en cuanto al empleo de energías limpias: posee un grupo de paneles solares que cubre un gran porcentaje del consumo total de energía.
Cabe resaltar que colaboran en la escuela 45 trabajadores, entre labores educativas y diversas áreas de mantenimiento edilicio.
Bioconstrucción
A los especialistas en planificación urbana les llama la atención la construcción regional bioclimática con la que se erigió y se sostiene El Alfarcito.
Muros Trombe, que son construcciones exteriores en las que se apiñan ordenadamente piedras pintadas de negro para que contengan el calor, recubren muchas paredes de las instalaciones.
¿Dónde queda?
El Alfarcito, a 3.000 msnm, se encuentra en la quebrada del Toro. Se llega por la ruta nacional 51. Es un lugar de una enorme belleza.
Las familias poseen una economía de subsistencia basada en la producción agrícola y la cría de cabras y ovejas. Se siembra haba, arveja, choclos, papas, pera, manzana y durazno.
El sueño del padre Chifri
El colegio de alta montaña recibe ayuda de la Fundación Alfarcito, creada por el padre Chifri para
descubrir, valorar y desarrollar las capacidades latentes de los habitantes y las 25 comunidades que se encuentran dispersas en la quebrada del Toro.
Mediante la educación, se busca alentar el desarrollo socioeconómico de la región.
Justamente, el sueño del padre Chifri era lograr que los jóvenes de los cerros no emigraran a las ciudades y que se quedaran en la tierra que los vio nacer.
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