Los problemas de los campesinos de altura persisten, tal como se ha venido informando en ediciones recientes. La Quebrada Del Toro es una de las zonas más afectadas por las sequías, además de sufrir contaminación del agua, razones por las que los productores insisten en que se declare la emergencia agropecuaria. Sus circuitos comerciales son restringidos, los volúmenes de producción han caído y su economía primaria son algunos de los aditamentos que agravan la situación.
Los principales ejes de la producción de los pobladores son la papa andina, las habas, las arvejas, el maíz y el ganado menor, fundamentalmente ovejas y cabras, aunque también hay camélidos salvajes. La falta de lluvias en la última campaña redujo considerablemente los volúmenes de producción y amenaza con dilapidar todas las reservas que los agricultores y ganaderos han forjado en los últimos tiempos.
Asimismo, la carencia de agua disminuye el alimento y menoscaba la cría de animales. "Las ovejas son para nosotros como cajeros automáticos, porque cuando necesitamos plata rápido las vendemos en Quijano o Rosario. Pero ahora no podemos porque no tienen el peso que corresponde, nadie las quiere comprar", mascullan los lugareños.
Ese extremo noroeste del departamento Rosario de Lerma es el lugar adonde el extinto Sigfrido Maximiliano Moroder, afamado como el padre Chifri, desplegó invaluables acciones para el desarrollo comunitario. Entre otras cosas, el sacerdote fue el promotor de la organización colectiva de los productores agropecuarios, según rememora Manolo Copa, actual presidente de la cooperativa Teki Masi ("pequeños amigos" en quechua).
La cooperativa congrega a los trabajadores agrarios del lugar, que tiene a unas 250 familias. El circuito comercial de la cooperativa es restringido y, en muchos casos, adoptan formas ancestrales de intercambio como el trueque, a través del cual se abastecen de aquellos alimentos que no se pueden obtener en el ecosistema precordillerano. Hay tramos, de los aproximadamente 90 kilómetros de longitud que tiene la quebrada, que se sitúan por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar.
"Por debajo de los 1.000 metros se puede producir prácticamente todo, pero a estas alturas, con el clima que hay acá, aridez y escasez de agua, hay lugares donde solo se puede plantar papa", afirma Teófilo Mamaní, miembro de Teki Masi y presidente de la comunidad originaria El Gólgota, que también calculó que "el impacto fuerte de esta crisis se empezará a notar dentro de un mes y medio, cuando se terminen las reservas".
Respuestas sin soluciones
Luego de los reclamos que los productores hicieron oír en el Concejo Deliberante de Campo Quijano, el Gobierno provincial se comunicó con los referentes de la cooperativa y se puso a su disposición. "Nos llamaron del Ministerio de Ambiente y Producción Sustentable para conocer en profundidad nuestros problemas", comentó el presidente de Teki Masi. "Dijeron que les interesaba ayudarnos, pero que no había un peso para nada", acotó el dirigente y aseguró que luego de ello no recibieron noticias de la cartera gubernamental. Mamaní añadió que solicitaron que tengan en cuenta el pedido de declaración de emergencia agropecuaria, porque los costos de fletes para instalar sus productos en otros circuitos comerciales son demasiado elevados para sus posibilidades.
El presidente de la comunidad El Gólgota expresó: "Para llevar nuestros productos a otros lugares tenemos que invertir, pero estamos en crisis, no hay dinero para hacer esos gastos". Copa explicitó que las papas andinas son requeridas internacionalmente, pero que sin subsidios a los fletes se hace imposible aprovechar tales oportunidades. A pesar de ello, el máximo referente de Teki Masi reconoció que "en los últimos dos años recibimos dos tractores", aunque remarcó que "igual necesitamos otros aportes, más provisión de tecnologías". Copa y Mamaní coincidieron en que, con muy pocos recursos que el Estado provea a los productores de la quebrada, se potenciaría enormemente el caudal y las oportunidades para los pequeños agricultores.
Ambos voceros destacaron el acompañamiento que recibieron el año pasado por parte de la Secretaría de Agricultura Familiar y del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y acusaron por indiferencia al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Más allá de la sequía
A la falta de lluvias que se registró en los últimos tiempos, los agricultores agregan otro inconveniente que atenta contra el abastecimiento del elemento esencial para la producción. La contaminación del agua, constatada por estudios emprendidos por la empresa Aguas del Norte, no solo va en detrimento de la siembra, sino que también hace más insalubre la vida de los pobladores de la quebrada. "Aguas del Norte realizó pruebas que demostraron que el agua estaba contaminada con arsénico y borato", subraya Copa. Ambos minerales son compuestos químicos que contienen elementos metálicos y que se extraen en las exploraciones realizadas por el sector privado en el pináculo más elevado de la quebrada.
Según las disposiciones de Vialidad Nacional, los cargamentos tienen topes permitidos -variables según el tipo de carga-. A lo largo de la ruta 51 se recuestan controles y, de resultar excedidos, los camiones deben dejar parte de su carga para poder proseguir su camino. Adoptaron el hábito de volcar restos de los minerales a la vera de la ruta, luego se dispersan por las ventoleras y terminan en los ojos de agua, las corrientes y hasta en las napas. "Los trabajos son emprendidos en el salar del Hombre Muerto por la empresa Minera del Altiplano, que es subsidiaria de FMC Corporation, de capitales estadounidenses. Solo en este año volcaron tres camiones de la empresa que transportaban minerales", resalta Mamaní. Los rodados tienen una capacidad de 30 mil litros cada uno, con lo cual en lo que va del año se habrían derramado 90 mil litros de químicos contaminantes.
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