La Iglesia intervino ante la tentativa de hacerlos firmar un comodato para que desocupen las tierras donde viven por siglos.
La empresa propietaria mandó a quemar los campos donde los puesteros pastan sus animales.
Miles y miles de hectáreas en plena Quebrada del Toro todavía no pueden ser propiedad de las diferentes comunidades originarias que las habitan desde siempre.
Son puesteros kollas que desde hace años buscan algún tipo de solución por parte del Estado para hacer uso legal de los terrenos que ocupan y les pertenece ancestralmente.
La empresa a cargo de estas tierras, Foster SA, hace unos 15 años les pedía parte de la producción de ganado y siembra que producían en estas tierras modo de un supuesto arriendo.
"Ahora les hacen firmar comodatos para que los puesteros queden prácticamente sitiados, en pequeñas parcelas, sin posibilidades de producir o dar de pastar a sus animales.
Los quieren tener reducidos a un terrenito de 10 x 30, en sus propios terrenos y de este modo lograr que, por cansancio, abandonen las parcelas que ocupan desde hace décadas", contó Ramón Gómez, de la Fundación San Juan, que asiste a varias de estas familias en la zona del paraje El Gólgota, en la jurisdicción de Campo Quijano y a unos 60 kilómetros de la capital salteña.
Aprovecharse de la situación
El caso de Ana Olmos es la muestra mas elocuente de lo que sucede en la zona comprendida entre el paraje Ingeniero Maury y El Toro propiamente dicho. La puestera apenas sabe leer y escribir. Quienes tienen la propiedad de estas tierras se acercaron semanas atrás a su puesto en la zona de El Gólgota, a la altura del kilómetro 62 de la ruta nacional 51.
"Le hicieron firmar un comodato haciéndole creer a Ana que era para su bien. Sin embargo lo firmado es un documento que la obliga a vivir solo en una pequeña parcela, sin posibilidad de producir ni sembrar. Ni siquiera puede introducir mejoras en su inmueble", contó Gómez.
Un sonoro repudio
La situación de apriete por la que pasan los puesteros de la Quebrada del Toro recibió el repudio de monseñor Dante Bernacki en oportunidad de la peregrinación del Milagro por estas tierras.
"Nuestra solidaridad para las comunidades originarias que viven desde hace muchas generaciones por estas latitudes. No se puede permitir que una empresa extranjera avasalle los derechos sanguíneos de nuestra gente", espetó en medio de la misa el obispo.
El caso puntual de Ana Olmos terminó en una contradenuncia, luego que el padre Walter Rosendo Medina tomó conocimiento de lo ocurrido con la puestera de 56 años de edad que vive sola junto a sus cuatro hijos en El Gólgota.
La contradenuncia
La denuncia asentada en la comisaría de Quijano hace referencia a que, en su analfabetismo, la señora Olmos firmó el documento que la obliga a respetar lo convenido con la empresa extranjera a cargo de las tierras de esa zona.
"Amenazaron a mi hijo mayor y a mí que íbamos a perder nuestra casita, si no firmábamos este comodato. Yo no sabía lo que firmaba, pero ellos insistieron con las amenazas. Siguen merodeando la zona y amenazan con echarnos. Nos dijeron que debemos usar solo un pedazo de terreno, el resto es de la empresa. Mis abuelos sembraron y pastaron con sus animales estas tierras por décadas. Ahora nos quieren echar porque sí", contó Ana a la policía mientras denunciaba el hecho en compañía del sacerdote de El Alfarcito. Ana tiene un hijo discapacitado y vive de sus cabras, ovejas y llamas, habas, arvejas, papas y maíz.
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