viernes, 24 de octubre de 2014

Conmovedor relato sobre el Padre Chifri y video

Compartimos el conmovedor testimonio de Florencia y Verónica Andrés de Confianza Total, que estuvieron hace unos días conociendo Alfarcito.

"Fuimos a Salta pensando que íbamos a "dar" una conferencia. Lo que no imaginábamos sería cuánto estaríamos por"recibir". La mañana después de la conferencia Daniel Canónico nos pasó a buscar para llevarnos a conocer un lugar donde "los imposibles" fueron derribados por la fuerza de un hombre al que conocen como "Padre Chifri". Un sacerdote joven, criado en Buenos Aires que un día sintió el llamado de ir a misionar adonde los demás no llegaban. Así llegó a Salta, a los cerros donde vio que 25 comunidades estaban casi incomunicadas, sin rutas, sin agua, sin Dios. 

Y Chifri empezó a caminar 12 horas por día para ir de poblado en poblado con su guitarra, y su perro. Llegaba a las comunidades y les daba misa a los chicos con títeres. Un día dijo "denme un par de alas y voy a unir las comunidades de los cerros más rápido". Aprendió a volar en parapente. Y así, Chifri se convirtió en el cura volador. Doscientos vuelos en parapente hasta que una mañana calma de sol, en el medio de su vuelo, un torbellino le plegó las alas y lo hizo caer cientos de metros en instantes, estrellándolo contra las rocas de la precordillera. En el impacto estalló su columna y su médula espinal. En ese momento, aullando de dolor, Chifri supo que se había quedado paralítico. Lo trasladaron de urgencia a Buenos Aires, a una clínica que el prefirió no nombrar. Los médicos le dijeron que jamás volvería a caminar, que era absolutamente IMPOSIBLE. Que se hiciera amigo de la silla de ruedas y de la dependencia de los demás. 

Y Chifri, miró al cielo y dijo "Dios bueno, ayudame a no escuchar estos diagnósticos. Ayudame a tener confianza". Y decidió volver a los cerros de Salta. Inválido, usando pañales, con cientos de clavos en la columna y con un pronóstico poco alentador. ¿Saben lo que hizo al llegar? Se dedicó a fabricar elementos para rehabilitarse sólo. Colgó desde el techo de su habitación una mochila de mochilero de una cadena que le prestaron, así estiraría su columna. Usó el pedal de una máquina de coser para empezar a mover sus pies y una vieja baranda para fortalecerse. Dedicaba 3 horas diarias a su oración y 5 horas a su rehabilitación física. ¿Y el resto del día? Andaba en lo que él llamaba "mi burro rojo" (un cuatriciclo rojo), recorriendo los poblados y empezando a acuñar el sueño imposible de crear la primera escuela polimodal del Cerro para los del Cerro. Mutilado y dolorido, pero con la convicción de un león hambriento, fue casa por casa hablando con los caciques, convenciéndolos de que dejaran ir a sus niños al colegio de los cerros. Que allí les esperaba un futuro mejor que el de ser -por obligación y falta de opción- cuidadores de ovejas y cabras. Y fundó la escuela. "Sos loco Chifri" le decían "las familias del cerro no van a dejar ir a sus niños, son los encargados de cuidar los animales y los viejitos de la familia" Y el día que inauguró la escuela, sus amigos se preguntaban ¿vendrían los niños? ¿sus familias los dejarían ir? Chifri se sentó en una piedra a esperar a que llegaran, con la confianza total de que el trabajo ya estaba hecho. Y a la hora asignada empezaran a bajar de los cerros los niños, uno por uno. 

Y el hombre al que le habían dicho que era absolutamente imposible que volviera a caminar, se puso de pie, y con paso lento pero firme, abrió las puertas del colegio y de la capilla.

Este diciembre se recibe la primera camada de quinto año de la escuela que él creó. En ese lugar perdido en la montaña, donde no llegaban los caminos ni el agua, hoy hay 150 alumnos que están ganando premios nacionales en ciencias, historia y artes. Allí nos invitaron a nosotras a decirles unas palabras a los alumnos de la escuela. Fue tanto tanto más lo que recibimos que lo que dimos.
Hace dos años murió Chifri, a los 47 años. Pero allá en lo alto de los cerros, su espíritu sigue vivo en cada uno de los chicos que estudian y viven en El Alfarcito. 

Nosotras nos volvimos de Salta anoche. Pero una parte de nuestro corazón quedó latiendo ahi, en esas montañas en las que un hombre desafió los imposibles y mostró que todo es posible."

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