Se renovó el pacto de fidelidad con el Señor y la Virgen del Milagro, y con el patrono de esa localidad, Santiago Apóstol.
Solo queda la sensación de miedo. Eso fue lo que los lugareños de la localidad de Campo Quijano manifestaron cuando El Tribuno les preguntó cómo se sentían a dos años del sismo que cambio sus vidas. Decenas de adultos, jóvenes y niños se acercaron a la garita de la plaza Martín Fierro para renovar, por segundo año consecutivo, el pacto de fe con los patronos salteños y con el protector de esa localidad, Santiago Apóstol.
“Venimos a agradecer porque estamos vivos, porque no nos pasó nada y venimos a pedir al Señor y a la Virgen que nos protejan para que no haya más temblores”, dijo Elsa, una vecina que durante el terremoto cortaba el pasto y por el movimiento la máquina quedó fuera de control y ella terminó en el suelo, sin heridas.
El movimiento telúrico que alcanzó los 6,1 grados en la escala de Richter sucedió el 27 de febrero de 2010. Las consecuencias fueron nefastas para los residentes de esa localidad y, sobre todo, para las 250 familias asentadas que vivían sobre las serranías de la Quebrada del Toro.
“Las antiguas casonas se rasgaron y las casas de piedra y adobe se vinieron abajo; nos cambió la vida para siempre”, expresó el organizador de esta iniciativa, Hilario Carlos Luna, ante los vecinos.
La renovación del pacto empezó a las 18.30 y estuvo a cargo del cura de esa localidad, Carlos Gamboa. Los fieles rezaron sus oraciones ante las imágenes y pidieron protección para el pueblo de Campo Quijano.
Los asistentes
Personal del destacamento policial de esa localidad informó que unas 150 personas se acercaron a la plaza para este acto recordatorio. Durante el acto se dedicó un minuto de silencio a las tres víctimas de este siniestro: Demecio Borja, Mariano Fabián y Carlos Medina.
Los vecinos no dejaron de recordar la desesperación de las personas y la manera en que se pobló la avenida principal del pueblo, pidiendo auxilio luego del sismo.
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