Diez luminarias quedaron en el piso. Escribieron “mensajes” sobre harina tirada en el acceso del establecimiento.
Otra vez una escuela. Esta vez los daños los sufrió la técnica Nº 5.106 de Campo Quijano. Diez luminarias estropeadas. Pintadas en las paredes y mensajes escritos en harina arrojada en el piso del acceso del establecimiento.
El costoso sistema de la moderna iluminación equivale a unos 30 mil pesos. Dan luz y seguridad en este sector de predios educativos de la zona este del pueblo. Allí a pocos metros de la técnica, funciona un secundario y una primaria. Algunos vecinos culpan a la droga, otros dicen que las patotas hacen de las suyas en el lugar a cualquier hora del día, que no se nota la presencia policial y cuando alertan a la comisaría local por un ilícito nunca llegan.
“Nos dimos con esta ingrata novedad apenas llegamos a la escuela. Anoche todo funcionaba bien después del turno vespertino, debió ser en la madrugada. De la manera que rompieron esta luminarias y como arrojaron harina en la entrada me llama la atención. Ya hubo inconvenientes con algunas barras que frecuentaban las esquinas de la escuela. Personalmente eche a un grupo”, contó Rafael Sángari, director de la técnica Ingeniero Maury.
Sobre las sospechas que la policía dejó entrever hacia algunos alumnos del establecimiento, el docente fue tajante: “de nuestros alumnos, no; se nota en los chicos de la escuela como quieren y protegen su espacio. Durante muchos años, la técnica funcionó en lugares precarios, hoy tenemos una escuela que es un modelo en sus instalaciones. Los chicos demuestran que la quieren. Yo sospecho de algún grupo de jóvenes que no frecuenta esta escuela”, sostiene el director.
Las luminarias amanecieron tiradas sobre la vereda. Extrañamente sobre una misma posición. Quizás faltó tiempo para desmantelarla o dañarla. También es insólita la acción de arrojar harina en las paredes y en el suelo, para después estampar inscripciones como “Pucho, 1 de Mayo”.
Según algunos vecinos del Barrio Portal, contiguo a la técnica, en esa zona la patota de “Los Tomatitos” y “Los Hocicones” hacen de las suyas con toda impunidad. Los encontrones entre ellos y otros grupos de barrios periféricos del pueblo se dan a menudo por esta zona. “No hay controles, la policía pasa en la camioneta, pero no se bajan como debiera ser una patrulla. Si llamamos a la comisaría nunca acuden al barrio. Estamos desprotegidos”, contó a El Tribuno la dueña de una despensa cercana a la técnica.
Un equipo de El Tribuno dialogó con algunos estudiantes a la salida de clase en la técnica y el secundario Jovanovic Usandivaras ubicados al frente y la mayoría coincidió que cuando salen de sus establecimientos, algunos chicos que no son del pueblo, junto a los patoteros, se instalan en las esquinas para ofrecer porros. Otros molestan a los estudiantes incluso los golpean. Que el hecho de romper las luminarias, dejará desprotegida la zona, teniendo en cuenta que es la única existente en las calles que rodean la técnica.
También señalaron que la policía no patrulla nunca, que solo hacen pasadas rápidas con sus móviles.
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