A 100 kilómetros de la capital se encuentra la ciudad arqueológica más grande de la región. Sus ruinas son un enigma.
Entre los misterios arqueológicos de la provincia y al que podemos acceder fácilmente, el más antiguo y el que aún espera que se resuelva en su totalidad, la ciudad arqueológica de Santa Rosa de Tastil, es la más grande que podemos encontrar en toda la región. Se encuentra sobre ruta 51, camino a San Antonio de los Cobres, y a 108 kilómetros de la capital. La localidad actual está pegada a las antiguas ruinas y es muy pequeña: el museo, una escuela, un puesto sanitario, el correo, un puesto policial, la iglesia y un hospedaje. No hay expendedora de nafta, la señal de celular es regular, pero hay luz eléctrica.
Las ruinas se encuentra a 2,5 km del pueblo y estuvo habitada entre los años 1300 y 1400 DC. Fueron descubiertas por Eric Boman en 1903 y estudiada y reconstruida por un equipo encabezado por Mario Cirigliano de la Universidad Nacional de la Plata, en l967. Tiene calles, viviendas, enterratorios y otros recintos, en medio de una topografía accidentada. Aún no es difícil de hallar, a pesar de tantos años transcurridos, restos de cerámica, puntas de proyectil y obsidiana, el material con las que se hacían.
La ciudadela es un misterio arqueológico: fue abandonada de repente por sus antiguos habitantes. No había huellas de mortandad masiva ni señales de destrucción por guerra. Los objetos quedaron al ras del suelo, como si todo hubiera sucedido poco tiempo antes... ¿Qué era aquello? Su recóndito y abrupto abandono se suma a otros sitios de América que fueron descubiertos por culturas americanas posteriores, ya deshabitados y que ningún nuevo habitante se atrevió a mansillar. Tiwanaku, en La Paz, Tinkal, en Centro América, son algunos de estas misteriosas ciudades abandonadas, perdidas para siempre en un solo y fatídico día del pasado. Los investigadores como Cirigliano, atribuyeron el abandono de Tastil a un brote de enfermedad. Pero, basándose en la estrategia militar y política del Cuzco, en las que algunas comunidades eran "invitadas" a sumarse a su vasto sistema tributario o eran desterradas hacia regiones remotas en una táctica imperial denominada "mitimae", el antropólogo Christian Vitry estima que Tastil fue eliminada en el avance del Incanato y su población trasladada a otros sitios.
Miles de petroglifos para ver
Junto a los cerros que rodean Tastil podemos acercarnos a un campo con miles de piedras ilustradas. Estos petroglifos representan figuras abstractas, antropo y zoomorfas, grabadas por picado. Su abundante existencia hace de Tastil un sitio único en América. La mayoría de las piedras contienen más de un petroglifo y aunque existen trabajos dispersos de recolección y exposición de los dibujos, aún no se realizó ningún estudio que nos acerque a su significado. Con evidentes influencias de la cultura Atacama, los antiguos pobladores de Tastil, desconocidos para los salteños actuales, dejaron una suerte de "biblioteca de Alejandría pétrea" cuyos "libros" aún no fueron decodificados.
Son trabajos que siguen conmoviendo estéticamente al observador entrenado. Los dibujos son utilizados en la actualidad por diseñadores que encuentran en ellos calidad y posibilidades gráficas de avanzada. Miguel Parada, artesano estudioso de los grabados tastileños, luego de años de observarlos y repetirlos concluye que la de Tastil "no era una sociedad guerrera ni de cazadores. No hay dibujos sanguinarios como en otras culturas".
"Más bien muestra una vida tranquila, dedicada a la cría de llamas, las artes, el conocimiento, las ofrendas. Hay mucha ritualística, máscaras y músicos. Lo que es muy interesante es la cantidad de figuras femeninas y la mayoría danzando. Al pie del cerro El Duraznito hay guardas dibujadas, que después seguramente se usaron en los tejidos", dice Parada.
Se trata de una maravilla arqueológica muy cercana a Salta que los salteños deberíamos conocer, cuidar y, quizás, algún día develar su inextricable misterio y sumarlo a las páginas de nuestra historia.
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