La fuerza del sueño del Padre Chifri de sacar de la indiferencia a los vecinos de los cerros se hizo sentir ayer, cuando miles de personas se congregaron para disfrutar de la séptima edición de la fiesta que destaca a los productores de la Puna salteña.
Laura Álvarez Chamale
La Fiesta de la Papa Andina en El Alfarcito afianza cada año su impronta entre los cerros. Ya nadie ignora a los habitantes de la Quebrada del Toro. Se sabe que son pródigos y muchos, que cultivan, que cocinan, que tejen y crean... Con más de 5.000 personas, los cerros se adornaron con un collar de autos que subieron por la ruta nacional 51 hasta El Alfarcito, donde los puestos de papas andinas, de comidas regionales, de tejidos y artesanías, esperaron para deleitar a los visitantes de la séptima edición de esta fiesta que el padre Chifri inauguró en 2010 con la visión de que sería algo grande. La fuerza de ese sueño es el aliento de cada siembra y de cada cosecha; es el impulso vital que convoca a los miles de visitantes que se dan cita hace siete años en la quebrada.
La estrella del encuentro fue la papa. Nadie se fue del Alfarcito sin su bolsita de este cultivo maravilloso, prueba de que la colonización no logró destruir el espíritu de la cocina andina como un espacio de amparo y afecto, donde el fogón es la Qeri Awicha, una abuela que alimenta para llenar más el alma que la panza. Ni la gastronomía fuerte y creativa de Europa puede resistirse al encanto de la papa andina que, al calor de un horno a leña y de las ollas de barro, invita a probar olores y sabores de la tierra. Debatiéndose por siglos entre la escasez y la abundancia, la gastronomía de los Andes sobrevivió, y hoy sus carnes, tubérculos, hierbas y granos son empleados en gran variedad de platos que privilegian, en el mundo, la ancestral cocina americana. Ayer en Alfarcito, los quesos de cabra se acabaron temprano y no dejaban de salir humeantes los platos con mote, papines, habas, charqui y todo tipo de carnes asadas.
Todo comenzó a las 8.30 con la ceremonia de la Pachamama a cargo de Esteban Vilca, presidente de Teki Masi, la cooperativa que agrupa a los productores de la quebrada del Toro, quienes surcan la tierra con arados de madera tirados por mulas, a unos 3.000 metros de altura. "Luego se sirvió un desayuno caliente de mate cocido y bollos porque la mañana en la Quebrada estuvo muy fría, pero se veía que iba a ser un día de sol. Hacia las 10 de la mañana estaba todo ordenado, los puestos de los productores de papa, de artesanías, de comidas y empezó a llegar muchísima gente. El playón de Deportes estaba lleno de vehículos y también las banquinas. El control de Tránsito estuvo a cargo de la municipalidad de Campo Quijano", detalló Carlos Figueroa, encargado de difusión de la Fundación Alfarcito.
Agregó: "Llegaron muchos salteños y turistas de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Santa Fe y otras provincias. Al mediodía había muchísima gente, más que el año pasado, con un gran interés en los espectáculos que ofreció la fiesta. El recambio fue permanente porque mucha gente subió solo a comprar papa andina y se fue. Pasadas las 13 seguían llegando vehículos".
Figueroa destacó: "Todos los visitantes fueron a la capilla a visitar a Chifri y contaron que sintieron una paz muy grande. Agradecemos la presencia del ministro de Turismo de la Provincia, Mariano Ovejero, quién pronunció unas palabras, compartió una comida con la gente de El Alfarcito y dejó instalado un stand demostrando así la importancia que adquiere para Salta esta fiesta".
Más de 5.000 personas pasaron ayer por El Alfarcito para llevarse una bolsa con papas andinas de pieles rojas, moradas y pulpas coloreadas, de unas 30 variedades que existen y que constituyen cultivos orgánicos, sin agroquímicos. Debido a las frías temperaturas de la Puna no desarrollan gran tamaño, pero sí concentran muchos minerales. Los visitantes se llevaron también el aire fresco de los cerros del Toro y la sonrisa franca e inolvidable de los pobladores de la quebrada.
Un Día del Amigo para recordar siempre
Fue a beneficio de la obra del padre Chifri, con grandes figuras del canto y Los Perejiles.
El recital de Los Huayra a beneficio de la obra del padre Chifri, que contó con el catering de pizzas de Los Perejiles, superó las expectativas con la concurrencia de gran cantidad de personas que celebraron en Terrazas el Día del Amigo.
La gala se inició con la aparición Los Perejiles, un grupo de jóvenes emprendedores de Buenos Aires, con síndrome de Down, que hacen furor en la cocina, junto a los mozos, trayendo las pizzas que ellos prepararon especialmente para este evento. Fueron recibidos con un aplauso cerrado del público, que disfrutó de esta iniciativa de la Fundación Alfarcito. Entre los invitados especiales se encontraban los alumnos del Colegio Secundario Albergue de Montaña “El Alfarcito”, acompañados por el padre Walter, profesores, auxiliares y miembros de la comunidad de El Alfarcito.
El momento tan esperado llegó con la presentación de Los Huayra, quienes se mostraron emocionados, y antes de iniciar su repertorio recordaron al querido padre Chifri e hicieron alusión a la amistad que les brindó. Las sorpresas empezaron con la presentación de Álvaro Teruel, de Los Nocheros, quién subió al escenario a cantar junto a Los Huayra. Luego actuaron los dúos Los Tucanes y Los Chayas, quienes deleitaron al público con sus canciones.
Otra de las sorpresas, que nadie imaginaba fue la presencia de Los del Portezuelo, amigos incondicionales de Alfarcito. Cantaron y todos acompañaron con palmas.
El cierre fue muy emotivo, invitados por el presidente de la Fundación Alfarcito, Daniel Canónica, subieron al escenario Los Huayra, Álvaro Teruel, Los del Portezuelo, Los Tucán, Los Chayas, Los Perejiles y los dueños del Salón Terrazas. Canónica agradeció a todos la invalorable ayuda, que contribuye a que la monumental obra de Chifri siga vigente.