Alvaro Alvarez, de Campo Quijano, firmó un contrato por tres años para jugar al básquet en Ciclista Olímpico de La Banda.
Para cualquier joven llegar a un nivel de alto rendimiento es un sueño. Para Alvaro Alvarez, sin embargo, el sueño sigue latente. El escolta de 1,88 m de altura firmó un contrato por tres años con el club Ciclista Olímpico de La Banda, de Santiago del Estero. Oriundo de Campo Quijano, en 2010 ya había tenido la posibilidad de quedar en Quimsa, también de esa provincia. Un gran mérito, ya que volverá a pertenecer a un club que milita en la máxima categoría del básquet argentino: la Liga Nacional de Básquetbol (LNB).
Como hace dos años, el entrenador salteño Ramiro Díaz Cuello fue uno de los que colaboraron para que Alvaro tenga la posibilidad de seguir probando en un la Liga Nacional. Esta vez también fue muy importante el contacto que pudo hacer Luis Lenti, dirigente que actualmente trabaja en Gimnasia y Tiro. “Ellos me ayudaron mucho para que yo pueda firmar un contrato por tres años con Olímpico”, expresó el joven del Portal de Los Andes.
Después de quedar y pasar la prueba en Quimsa, en el 2010, Alvaro Alvarez estuvo cinco meses y un día antes de firmar su primer contrato profesional con el conjunto santiagueño decidió volver a su casa porque “me sentía raro, no me había acostumbrado”. Fue entonces cuando se probó en Regatas de Corrientes, junto al entrenador Nicolás Casalánguida (ex-DT de la Selección nacional). “Estuve a prueba una semana y media y después Casalánguida me dijo que me iba a confirmar la decisión y me volví a Salta”, contó el jugador.
Una vez en la provincia su carrera deportiva siguió en Sargento Cabral, donde jugó el torneo local en la categoría cadetes y después pasó a Unión Orán, club con el que participó de la primera edición del Torneo Federal de Básquetbol (TFB). Su último club en Salta fue Independiente, que participó el mes pasado de la ex Liga C, torneo regional de clubes clasificatorio para el TFB.
La distancia vuelve a separar a Alvaro y a su familia, y de su pueblo natal, donde supo forjar con sacrificio y pasión sus primeras destrezas en el básquet. Consciente de estar atravesando un gran momento en el deporte de la naranja, nunca se olvida de sus raíces. “Es algo muy lindo lo que estoy viviendo, cualquier joven que juega al básquet sueña con todo esto. Lo tengo que aprovechar al máximo. Es un nivel en el que si bien las exigencias son muy altas, a la vez todo parece más cómodo, tenés el gimnasio, un club donde tirar sin pensar si va a llover y todas las comodidades de un deporte de elite”, comenta, agregando casi al instante: “En mi pueblo muchas veces me quedaba tirando al aro debajo de la lluvia“. Sacrificios que Alvaro supo hacer y hoy recoge sus frutos.
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